Densidad y sostenibilidad. I.

La vida de los seres humanos goza de un tiempo que siempre es limitado. Sobre ésto no creo que haya discusión.

Tampoco creo que sea discutible que no es una gran idea pasar buena parte de nuestro tiempo desplazándonos. No digo haciendo viajes sino yendo del trabajo a casa, al cole, a por pan, a por vino. No digo tampoco que sea malo caminar.

Se trata del coche, autobús, metro, tren, etc. de cada día que va al mismo sitio todos los días por el mismo camino.

Es cierto que hay modos de vida incompatibles con la proximidad (profesiones, o coyunturas de estudiantes, enfermos, lo que sea). Pero lo realmente mal pensado es que hay territorios incompatibles con la proximidad. Territorios, ciudades, ¡pueblos!, ¡barrios! incompatibles con la proximidad en lo cotidiano. Ésto es culpa de las personas que lo han definido así.

Este modo de vida es un accidente reciente, digamos de la última mitad del siglo XX en adelante. El accidente tiene dos causas fundamentales: la propiedad de la vivienda y la zonificación del territorio.

La propiedad de la vivienda es una necesidad que las personas acarreamos por la sensación de ahorro y seguridad que genera vivir en algo propio, generando patrimonio. Es una situación con causas propias y alentada por las administraciones en España desde hace mucho.

La zonificación del territorio es un pensamiento más internacional que se ha extendido por todo occidente, llegando a la aberración todo el continente americano (ciudades de cine, ciudades de juego, ciudades de coches).

Juntos estos dos fenómenos nos llevan desear poseer una vivienda en una zona de viviendas a varios kilómetros y muchos minutos de nuestro trabajo en una oficina de una zona de oficinas o una industria en un polígono industrial.

Si me parece que no es bueno lo que cuento es porque no veo nada deseable pasar minutos que suman horas en los transportes, generando una huella de carbono, como sociedad, muy superior a lo razonable.
Por eso sugiero que pensemos en cuestionar las zonificaciones, en potenciar que los pueblos y ciudades no se vacíen porque la carpintería tiene que estar en el polígono y ya puestos los trabajadores en un barrio residencial. Sugiero que los territorios antrópicos (los de las personas) sean empleados de día y de noche, que podamos ir al trabajo caminando, que nos encontremos por el camino, que encontremos al paso la panadería, que a la vuelta- caminando- recojamos al niño del cole. Todo eso que se hacía antes sin coche, sin polígono y tal.


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